En la teoría de la ciencia del Derecho se dice que el Derecho es tal por el solo hecho de haber sido sancionado por el legislador y estar respaldado por la fuerza pública; no importa que se adecue o no a la moral vigente en esa sociedad; mejor si ello ocurre, pero si no es así lo mismo es Derecho. La ley es la fuente primera y fundamental del derecho.
Se llama ley a toda disposición sancionada por el Poder Legislativo. La obligatoriedad es la esencia de la ley; para asegurar su cumplimiento y real vigencia contiene siempre una sanción para el que la viole.Si, amigos, estamos de acuerdo en que debemos cumplir las leyes.
Toda ley contiene en si misma un castigo para el que no la cumpla así que no hay excepciones.
En las épocas del Antiguo Testamento, antes que naciera Jesús, Dios había hablado a través del profeta Moisés en el libro del Deuteronomio, capítulo 28 (Pacto Palestino) que si los hombres desobedecían las leyes de Dios habría serias consecuencias contra los pecadores.
Y ya desde Adán y Eva el hombre está bajo la condenación de la ley que dice: “la paga del pecado es muerte”.
Cuando era adolescente ese conocimiento hizo sentirme en un vacío espiritual que creí poder llenar mediante la confesión de pecados en secreto en una parroquia, ante una celosía, detrás de la cual sabía que habría un cura escuchándome piadosamente.Rezando unas cuantas oraciones, pensaba, podría hacerme sentir a salvo de esa ley impugnable.
Hice la cola ante el lugar donde el cura confesaba, le conté todos mis pecados, me dio una lista larga de oraciones para repetir y cuando iba caminando hacia los bancos para hacer mis oraciones, vi que él se asomó tras la cortina, bordó para espiarme.
En ese momento me sentí herido en mi credulidad de la confesión secreta y me di cuenta de que él era solo un hombre.
Si, la ley es inquebrantable y el castigo por no cumplirla durísimo, y los hombres no podrían librarme de ella.Pero cuando conocí a Jesús y lo acepté como salvador personal en mi vida, descubrí que la ley ya no tenía poder sobre mí. Que mis pecados podía confesárselos a Cristo directamente en oración y que Él, al haber sido tentado de la misma manera que yo podía entenderme y además ¡es el único que tiene el verdadero poder de perdonarlos!
Si, la ley es inquebrantable y el castigo por no cumplirla durísimo, y los hombres no podrían librarme de ella.Pero cuando conocí a Jesús y lo acepté como salvador personal en mi vida, descubrí que la ley ya no tenía poder sobre mí. Que mis pecados podía confesárselos a Cristo directamente en oración y que Él, al haber sido tentado de la misma manera que yo podía entenderme y además ¡es el único que tiene el verdadero poder de perdonarlos!
Pero la ley contra el pecado es inquebrantable y Jesús no vino para abrogarla. En sus propias palabras: “No penséis que he venido para abrogar la Ley o los profetas, no he venido para abrogar, sino para cumplir”Mateo 5:17.“Porque el fin de la ley es Cristo para justicia a todo aquel que cree” Romanos 10:4. Esto no significa que Cristo haya hecho que la Ley deje de existir. Sino que “por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. Romanos 3:20.
“Pero ahora, aparte de la Ley se ha manifestado la justicia de Dios por medio de la Fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él”. Romanos 21-22.
Así que si creemos en la obra redentora de Cristo y lo aceptamos en nuestros corazones, abogado tenemos ante Dios y ¡somos salvos de todo pecado por medio de aquel que cumplió toda la ley en lugar nuestro!
Y ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia. Amigo/a, ¡oro para que el Señor Jesús reine en tu vida como tu salvador y ya no andes más angustiado por la carga de la ley, sino que vivas en la hermosa libertad que es en Cristo Jesús, Señor nuestro!
¡Dios te bendiga!
Hugo Alberto Díaz
Hugo Alberto Díaz
Fuente: Conpoder.com
0 comentarios:
Publicar un comentario